En Chile, el crecimiento económico es la imagen de exportación del país. El modelo chileno que se basa en la extracción y exportación de recursos naturales, sienta sus bases en pilares como la minería, la agro exportación y la salmonicultura. Pero a costa de qué: de que las empresas traspasen sus costos de producción a los sectores más vulnerables como son los trabajadores y trabajadoras.
Sin miedo contra la corriente es el nombre de la campaña recientemente lanzada en Chile por Oxfam y su organización aliada Fundación Terram que busca informar y sensibilizar a la opinión pública sobre el impacto que está provocando la industria del salmón en las condiciones de trabajo y empleo de las personas que trabajan en la industria, y del daño ecológico generado al sur de Chile que está afectando a la comunidad. El objetivo: promover mejoras en las prácticas de la industria.
La campaña se puso en marcha en el epicentro de la industria: Puerto Montt, Región de Los Lagos, con insertos en prensa escrita, avisos carreteros y publicidad en los buses de la locomoción colectiva de las principales ciudades de la región.Emblema nacional
La salmonicultura chilena es un icono de la economía nacional. Es la segunda más grande a nivel internacional, después de la noruega. Recibe anualmente por concepto de sus exportaciones más de 2 mil millones de dólares. Sin embargo, estas ganancias no se traducen en beneficios para sus trabajadores, ni para la comunidad. Está creciendo a costa de las personas.
Número de accidentes
La industria tiene la segunda tasa más alta de accidentes a nivel nacional: carece de instrumentos para la prevención de riesgos, no existen comités paritarios, no hay capacitación ni reglamentos para los departamentos de prevención. Los buzos – por ejemplo - son clave para la industria. Son los responsables de reparar las redes y revisar las anclas de las balsas jaulas (donde se crían los salmones); de limpiar los sedimentos y retirar los peces muertos. Para este trabajo, ellos deben sumergirse a más de 40 metros de profundidad con equipos de trabajo precarios y en malas condiciones. Si este trabajo lo hacen en tiempos récord no tienen las condiciones para nivelar su presión al medio externo, exponiéndose a graves consecuencias para su salud.
Higiene y seguridad
Ocho de cada 10 fiscalizaciones realizadas por las autoridades, termina en sanción en materia de higiene y seguridad. En los centros de cultivo, los trabajadores y trabajadoras se internan a sitios alejados de la costa. Muchas veces en condiciones climáticas adversas y sin la ropa térmica y permeable adecuada. En algunos casos no tiene acceso a agua potable y servicios higiénicos.
En las plantas donde se procesa el salmón cultivado, el modelo de trabajo que se aplica es el “fordista”: un trabajo que se realiza de pie y con movimientos repetitivos durantes largas jornadas. Si a esto se suman las bajas temperaturas, ambientes húmedos y la alta exposición al ruido, el resultado es: enfermedades que afectan las extremidades superiores, síndrome de túnel carpiano y hombro doloroso; infecciones urinarias que afectan particularmente a las mujeres.
Todo esto y hasta las 60 horas de trabajo a la semana son por un salario de 430 dólares como promedio. Gran parte de ese salario es variable; depende de los bonos de producción: por ejemplo, de cuántos salmones vivos saquen de las balsas jaulas. Las enfermedades que están afectando a la industria como el virus ISA y el CALIGUS están provocando la muerte de los salmones y por ende trabajadores y trabajadores están recibiendo salarios de 300 dólares, debajo del mínimo nacional y en el límite de la línea de la pobreza.
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